sábado, 18 de septiembre de 2010

V de esperanza.

Verónica era una chica muy atractiva. Ni alta, ni baja, ni gorda, ni flaca, ni guapa ni fea… pero con cierto carisma. Bailaba hasta altas horas en todas las discotecas de su barrio, se conocía a los puertas de las discotecas. También dedicaba su tiempo libre a ayudar a los demás, a leer, a pensar… a pensar demasiado y no dormir.

Ella podía tener a quien quisiera, un par de chasquidos, movimientos de cadera y muchos hombres saldrían de sus jaulas para lograr la presa. Aún sabiendo ella que se encontraba en una ratonera, se dejaba cazar fingiendo ser libre.

A Verónica no le interesaba nadie, vivía por y para ella porque no podía vivir para ninguno que no fuera para él. Había sólo un hombre en el mundo para el que ella era libre, estaba disponible desde hace tantos años, pero sólo para él. Esperando cada día una señal para atreverse a entregarle todas las cartas guardadas en el cajón, besarle y prometerle que a partir de entonces, siendo tan joven, sabía que iba a ser algo más que un amor, iba a ser el amor.

Verónica y él eran amigos, conversaban sobre la vida. Ella le contaba su tristeza esbozada desde el día que le perdió y le hablaba de la esperanza de volver ser feliz. Sin mentar que su felicidad se basaba únicamente en volver a estar con él. Ese dolor interno, llamado esperanza.

- ¿Qué es lo que me auguras en mi futuro?

- Un futuro con un chico aburrido y pesado -contestó él entre bromas.

- No es mi prototipo de hombre, la verdad…

- ¿Y cuál es tu prototipo de hombre?

“Mi prototipo de hombre eres tú”-pensó, pero una vez más cobarde se volvió a callar para volver a casa entre lágrimas y escribir otra historia como esta.

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