miércoles, 15 de septiembre de 2010

Soledad

Se llamaba Compañía. No, se llamaba Soledad. O no… simplemente, no se llamaba. La verdad que jamás me dijo su nombre, pero yo a su lado me sentía en compañía y ella a mi lado se compadecía en soledad. Al principio creí que era yo su problema pero la fui viendo con distintos hombres, a los que no rechazaba y siempre daba una oportunidad. Y volví a vomitar mil versos de soledad, de esos que se aprendía de memoria a pesar de no tener una gran cabeza.

Intenté ser su amigo porque no comprendía porque el amor no era capaz de sentirlo, entonces tuve constancia de que ya no era una oportunidad pasajera, si no una oportunidad real con contrato vitalicio.

"¿Y qué es lo que sientes por mí?" –dijo otro sus pretendientes.
"Compañía" – contestó.

Y yo pensaba, que mal mientes Soledad.

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